viernes, 18 de junio de 2010

La ley del mar:Canibalismo de supervivencia

Los que descienden de una larga estirpe de marinos lo saben, pero normalmente lo callan. Hoy día es motivo de vergüenza y sin embargo era la ley no escrita que todos los hombres de mar conocían desde el momento en que ponían un pie a bordo.

Lo que los marinos siempre han temido más no era naufragar y morir ahogados en un mar en tempestad, sino sobrevivir al naufragio en alta mar en una balsa con varios camaradas y sin nada que comer o que beber. Ese era su gran terror, y por ello en los albores de la historia de la navegación surgió como un acuerdo tácito entre los marinos la ley del mar.

De acuerdo a ella, en el caso de quedar en esa penosa situación, cuando el alimento se agotase, los náufragos podían echar a suertes quién de ellos sería sacrificado para servir de alimento a los demás. El proceso se repetiría tantas veces como fuese necesario hasta que los supervivientes fuesen rescatados o… sólo quedase uno.

Por extraño que pueda parecer, la ley del mar se ha practicado en inumerables ocasiones, y cuando aquellos náufragos que habían matado y devorado a sus compañeros conseguían llegar a puerto y a la civilización, no solían ser vistos por los los demás ciudadanos como monstruos o asesinos. Eran tan sólo supervivientes, que se habían visto obligados a romper uno de los mayores tabúes que, junto con el incesto, suele diferenciar a los seres humanos de los demás animales.




La ley del mar ha sido practicada desde que el ser humano inició la exploración de los océanos, por marinos de todas la nacionalidades en todos los mares. Casos relativamente recientes son el de la fragata francesa La Meduse en 1810, el ballenero estadounidense Essex en 1820, o el del yate británico Mignonette en 1884 que sirvió para crear jurisprudencia a este respecto en Gran Bretaña.

En mayo de 1884, el yate Mignonette salió de Southampton, Inglaterra, rumbo a Sydney, Australia. Había sido comprada por Jack Want, un rico abogado australiano que pensó que tener un barco construido en Inglaterra le proporcionaría prestigio social en Sydney. El yate, un barco costero que no estaba diseñado para viajes largos, tuvo que ser acondicionado para el largo viaje. Want contrató a Tom Dudle , un experimentado marino muy solicitado por los dueños de yates, para comandar su nuevo barco hasta Australia. Los otros tres miembros de la tripulación eran Edwin Stephens, Edmund Brooks y un muchacho de 17 años -que fingió tener 18 para enrolarse- llamado Richard Parker.

El Mignonette siguió la larga ruta atlántica del sur rumbo a Australia, en vez de la del Canal de Suez, porque los vientos en el Mediterráneo eran inseguros para el velero. Pero a medio camino entre las islas de St. Helena y Tristan Da Cunha el velero naufragó en medio de una galerna. Los cuatro hombres sobrevivieron en un bote durante más de tres semanas, alimentándose de una tortuga que lograron capturar. Bebieron su propia orina para luchar contra la deshidratación, pero el joven Parker no pudo evitar beber agua de mar y enfermó. Cuando se agotó la carne de la tortuga decidieron recurrir a la ley del mar, pero Dudley y Stephens considerando que Parker estaba enfermo y moriría de todos modos decidieron matarlo y alimentarse con su cadáver. Por fin, el 29 de julio, tras derivar 1.050 millas en 24 días por el océano, el navío alemán Moctezuma divisó el bote y rescató a los tres sobrevivientes y los restos del cadáver de Parker, a unas 990 millas al este de Rio de Janeiro.

Tanto a bordo del Moctezuma como de regreso en Gran Bretaña, Dudley habló abiertamente acerca de la suerte que había corrido el desafortunado Parker. Quizá demasiado abiertamente para la sociedad victoriana imperante. Finalmente él y Stephens fueron llevados a juicio por asesinato, entre otras cosas porque no habían echado a suertes quién iba a ser la víctima, sino que ellos dos habían decidido matar a Parker. Los acusados fueron declarados culpables de asesinato y condenados a muerte, pero se pidió clemencia para los reos, y finalmente cumplieron 6 meses de calabozo. El juicio tuvo mucha notoriedad, y sirvió para crear jurisprudencia al respecto. De esa forma, la ley del mar se transformó en delito en Gran Bretaña.

1 comentario:

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