martes, 24 de noviembre de 2009

La Entomofagia



Como entomofagia se entiende la ingesta de insectos y arácnidos, o artrópodos en general, como alimento para los humanos y los animales, se trata de un hábito alimenticio muy extendido en algunas culturas de la Tierra: América Central y del Sur, África, Asia y Australia, aunque en algunas otras es muy poco común o es considerado un tabú. La entomofagia es objeto de estudio por la etnoentomología.




Insectos contra el hambre


En el sudeste asiático, los insectos son parte importante de la dieta diaria para millones de personas. Grillos, cucarachas y otros bichos se venden en la región en puestos camineros y restaurantes. Son cultivados comercialmente y por algunos productores caseros, generando ingresos vitales para los campesinos pobres.

A menudo, los insectos son la única fuente de ingresos para mujeres que extienden trozos de polietileno sobre tubos de luz fluorescente para atrapar los que vuelan cuando oscurece. Los insectos son abundantes, se multiplican y hacen adultos rápidamente y requieren poco aliento para sustentarlos. Son la fuente perfecta de proteínas.

Cuando países occidentales y del mundo en desarrollo reaccionan ante la amenaza que se cierne de escasez de alimentos, es hora de que los gobiernos consideren seriamente una fuente alternativa de proteínas. ¿Podrían los insectos brindar seguridad alimentaria para los siglos que vienen?

La entomofagia, o comer insectos (ver infografía) es una industria creciente, con más de 1.400 especies de insectos en 90 países. En términos de cuánto alimento necesitan los insectos por gramo de proteína producido, son dos veces más eficientes que los pollos y seis veces más eficientes que las vacas. Una razón de esto es que los insectos tienen sangre fría, por lo que necesitan alimentarse para mantenerse calientes.

Carne desconocida

La carne es un lujo desconocido para muchos en el mundo en desarrollo, lo que lleva a deficiencia de proteínas en las poblaciones a través del África subsahariana, el Asia del sur y América Latina. Los beneficios nutricionales de los insectos y las mejores maneras de comercializarlos fueron examinados en una conferencia internacional del año pasado en Chiang Mai, Tailandia, con participación de científicos de 15 países diferentes, pero desde entonces no ha habido avances suficientes.

Investigadores, gobiernos y agencias internacionales como la Organización para la Alimentación y la Agricultura (FAO) de Naciones Unidas deben prestar una seria mirada a la cosecha y producción de insectos para satisfacer las necesidades alimenticias tanto del mundo pobre como del occidente rico.

Esto no significa necesariamente una hamburguesa de cucaracha con gusanos fritos, sino que podría significar utilizar la proteína de los insectos para reemplazar la proteína del poroto de soja en los alimentos envasados. Los insectos son una fuente de proteína ambientalmente mucho más sustentable porque pueden cosecharse sin destruir bosques o siembras de alimentos.

No son la comida perfecta. Las personas alérgicas a algunos productos del mar sufrirán también probablemente de alergias a los insectos. Y los insectos expuestos a pesticidas retienen altos niveles de toxinas en sus cuerpos.

Hay un nicho de mercado para los insectos: hay libros de cocina, sitios web, recetas online, proveedores y restaurantes especializados en platos en base a bichos. Pero los insectos tienen que seguir el camino de otras comidas exóticas, como el sushi en los años ’90, y hacerse deseables. Como dice el entomólogo Gene DeFoliart, “si los insectos son más ampliamente aceptados como una comida respetable en los países industrializados, las implicancias son obvias: formarían toda una nueva clase de alimentos”.

Vale la pena recordar que la mayoría de nosotros comemos ya insectos. La Administración de Alimentos y Drogas (FDA) de Estados Unidos, por ejemplo, permite hasta 75 partes de insectos en 55 mm de chocolate caliente y hasta 60 pulgones en una porción de brócoli congelado.

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