sábado, 26 de abril de 2008

JULIO VERNE


Me prometí que cuando tuviera tiempo iba a escribir unas líneas sobre el que para mí es el escritor de literatura de aventura y fantasía más importante de todos los tiempos. Desde pequeño, leyendo sus novelas vivía en primera persona grandiosas aventuras que me hacían sentir libre, maravillosamente bien. No creo que exista persona con más capacidad de imaginación (teniendo siempre presente el previo estudio científico sobre la materia que escribía) que Julio Verne. Referencia para aquellos que buscamos en la imaginación una oportunidad de evadirnos de esta realidad inquietante y vivir experiencias mas naturales y provechosas.

Julio Verne. Nació en Nantes (1828 - 1905) .Escritor francés, considerado el fundador de la moderna literatura de ciencia ficción. Predijo con gran precisión en sus relatos fantásticos la aparición de algunos de los productos generados por el avance tecnológico del siglo XX, como la televisión, los helicópteros, los submarinos o las naves espaciales.

No fue sencillo, fue el primogénito de Pierre Verne, un abogado burgués hijo a su vez de un juez. El día del bautizo, su padre lo mostró a la familia y decidió que sería abogado y se ocuparía del bufete familiar después de su muerte. Pero la exagerada rectitud y disciplina del padre no encontrará en el hijo la resignación que quisiera, sino que el joven es rebelde y propenso a la aventura.

Desde muy pronto su inclinación a los viajes le enfrenta a su padre e incluso intenta fugarse en un navío hacia la India. Cuenta once años, y su padre consigue detenerle en el mismo barco y le aplica un severo castigo: azotado con un látigo y encerrado a pan y agua. Pero lo que más le duele es la promesa que le obliga a pronunciar: nunca pretenderá viajar más que con la imaginación.

A los diecisiete años empieza a mostrar inclinación por la literatura, e incluso escribe una pequeña tragedia en verso para marionetas que dedica a su prima Caroline de la que lleva años enamorados, sin que le haga el menor caso. Dos años después ella se casa por interés, marcando una huella profunda en el carácter de Verne, que será ya para siempre marcadamente misógino.

En 1836 ingresó con su hermano Paul en el seminario Saint-Donatien. Más tarde estudió filosofía y retórica en el liceo de Nantes y viajó a París, cumpliendo los deseos de su padre, para seguir la carrera de leyes. En 1848 comenzó a escribir algunos sonetos y textos de teatro, y dos años más tarde aprobó su tesis doctoral de derecho y optó por la carrera de letras.

Sus piezas de teatro no tuvieron una divulgación importante, y recurrió a la docencia para sobrevivir. Desde 1852 hasta 1854 trabajó como secretario de E. Seveste, en el Théâtre Lyrique, y publicó algunos relatos en Le musée des familles, como Martín Paz (1852).

Posteriormente conoció al editor Hetzel, quien se interesó por sus textos y le publicó Cinco semanas en globo (1862), obra que lo lanzó al éxito y lo estimuló a proseguir con la temática de la novela de aventuras y fantasía. El mismo editor le encargó una colaboración regular para la revista Magazine déducation et de récréation, y en poco tiempo alcanzó una gran celebridad.

Aprovechando sus conocimientos geográficos, adquiridos a través de numerosos viajes por Europa, África y América del Norte, y su entusiasmo por la revolución tecnológica e industrial, se convirtió en un especialista de los relatos de aventura de corte científico. Su dominio de la tensión dramática le permitió combinar extravagantes situaciones y momentos poéticos en una prosa ligera y amena.

Inmediatamente se enfrascó en la redacción de Viaje al centro de la Tierra, para lo cual se aplicó a la geología, la mineralogía y la paleontología. Las detalladas descripciones de animales antediluvianos maravillaron a los expertos, poniendo de manifiesto su extraordinaria intuición científica. Su tercer gran libro fue De la Tierra a la Luna, cuya publicación despertó tal entusiasmo por los viajes espaciales que su despacho se inundó de cartas solicitando reservas para el próximo viaje lunar. Con el mismo interés fue recibida La vuelta al mundo en ochenta días, publicada por entregas, cuyo éxito fue tal que se llegaron a cruzar apuestas sobre si Phileas Fogg, "el hombre menos apresurado del mundo", lograría llegar a la meta en tan breve tiempo.

En 1856 fue publicada De la tierra a la luna, una novela que anticipó detalles de la que ciento trece años después sería la primera misión espacial en pisar la Luna. La forma e incluso las dimensiones de la cápsula espacial, el lugar de lanzamiento, el país que habría de lograr el triunfo y el que sería su competidor más directo: Rusia; la falta de gravedad, las trayectorias que seguiría el artefacto y su órbita alrededor de la luna, el sistema de corrección de trayectoria por medio de cohetes, e incluso la forma y lugar de regreso: la novelesca narración termina cayendo al mar en un lugar situado a cuatro kilómetros del lugar en que aterrizó la primera tripulación en realizar una órbita lunar, el Apolo VIII.

Otras novelas de este autor supusieron predicciones que aún siguen cumpliéndose en la actualidad en materia geográfica, tecnológica, sociológica, económica y política. Pero en ello no hay ningún misterio ni adivinación. Sencillamente, Verne fue un increíble investigador ocupado desde su juventud en adquirir una cultura científica enciclopédica y mantenerse al día de los adelantos científicos que por entonces abundaba en los países occidentales. Si a ello se añade su capacidad de anticipación, el método está listo.


Le parece un desperdicio el tiempo que dedica a su empleo en el Teatro, y cuando le ofrecen un ascenso lo rechaza porque le ocuparía demasiado tiempo. Tanto trabajo le produce insomnio, dolores de cabeza y oídos, y acaba produciéndole una parálisis facial que le deforma el rostro y se repetirá a lo largo de su vida cuando trabaje demasiado.

Cansado de este ritmo de vida acepta la insistencia de sus padres de celebrar una boda de conveniencia, pero en el último momento se vuelve atrás y regresa a su vida frenética. Se casa finalmente en 1857 con Honorine de Viane, a la que conoce en una boda de Amiens. La familia de ella se esfuerza en colocársela, viuda y con dos hijos, y él se deja hacer queriendo creer que está enamorado. En realidad necesita creerlo porque no puede resistir más su vida en soledad.

Conoce también a su nuevo cuñado, que gana mucho dinero como agente de bolsa y Julio cree que ésa es la solución a sus problemas económicos. Necesita 50.000 francos para asociarse con un agente, y después de largas y acaloradas discusiones con su padre, éste cede al fin y le presta el dinero. Contra las predicciones de su padre, a Julio no le va mal en la Bolsa, aunque no presta suficiente atención para amasar una gran fortuna.

Su objetivo sigue siendo el mismo y le dedica la mayoría de su tiempo, en detrimento del descanso. Además, en la Bolsa hay muchos escritores y periodistas que forman en los pasillos tertulias literarias y en el desarrollo económico que se decide allí, Verne estudia el desarrollo del capitalismo y la civilización tecnológica.

Tiene además la oportunidad de hacer, a los treinta y un años, su primer viaje fuera de Francia, gracias a un pasaje que le regalan y con el que visita Escocia. Dos años después se repita la oferta y viaja a Noruega, aunque debe regresar a mitad de viaje porque su mujer, a la que dejó en pleno embarazo, se ha puesto de parto. Parece claro que, pese a la impresión del principio, Verne nunca llegó a amar realmente a su mujer.

Además de su sorprendente bagaje científico, que no dejó nunca de sorprender a su editor, Verne se hizo siempre asesorar por los mejores expertos en las materias de las que escribía. En cuestiones de estilo, se dejó siempre aconsejar por su editor, en el que tenía una fe ciega y del que aceptó casi siempre todas sus sugerencias. A su visión comercial se debe la inclusión, siempre anecdótica, de personajes femeninos que el misógino Verne olvidaba sistemáticamente.

La guerra Franco-prusiana en 1870 arruina temporalmente a Hetzel y Verne debe volver a trabajar en la Bolsa mientras envía a su familia a Amiens. Pero ese mismo año logran publicar "Veinte mil leguas de viaje submarino" que con su sólo éxito saca a los dos de apuros. Deja de nuevo la Bolsa y se traslada a Amiens, donde le ofrecen un sillón en la Academia de las Letras.


"La vuelta al mundo en ochenta días" supone su éxito definitivo de fama y dinero y se traslada a una magnífica mansión en el centro de Amiens. Escribe la que se considera su obra cumbre: "La isla misteriosa", que abunda con originalidad en el género del robinsonismo iniciado el siglo anterior con el "Robinson Crusoe" de Daniel Defoe.


A pesar de todo su éxito profesional y económico, en el plano personal Julio Verne no fue un hombre afortunado. Fiel a su vieja norma de que el alimento del espíritu es antes que el del cuerpo, también su vida privada está supeditada, casi sacrificada, a su carrera.


Su matrimonio es un fracaso, discreto porque no hay grandes escándalos, pero desgraciado porque no hay amor. Su hijo se ha criado en un ambiente de olvido paterno y frialdad afectiva. Casi como un reflejo de la juventud de su padre, Michel Verne es rebelde y problemático. El padre, que tanto sufrió por el autoritarismo del abogado Pierre Verne, es también autoritario a su vez, y hasta extremos que ni siquiera él tuvo que sufrir: a los ocho años Michel es enviado a un severo internado "para que le enderecen", lo cual traumatiza al niño de tal manera que debe recibir tratamiento psiquiátrico de la época, casi peor que la enfermedad.


Julio, que poco después del nacimiento de su hijo ya se quejaba de que sus llantos no le dejaban trabajar, ni siquiera se acuerda de la edad de su hijo, que equivoca en tres años en algunas de sus cartas. Impotente, no se le ocurre nada mejor que utilizar una práctica de la época: "encarcelamiento por vía de corrección paterna"

Al salir del reformatorio aún lo destierra como grumete en un barco para la India, utilizando como castigo lo que para él fue su máxima ilusión. Por fin lo expulsa de casa y el joven de apenas veinte años se casa con una cantante. El padre le asigna una generosa pensión en la esperanza de que el matrimonio consiga estabilizarle, pero abandona a su mujer que es recogida por el padre y se lía con una joven de dieciséis años con la que tiene dos hijos pero que lo normaliza bastante, sin poder evitar no obstante que nuevas maniobras en negocios industriales deban ser respaldadas por el dinero de su padre.


El ritmo de trabajo que ha mantenido durante tantos años, además, produce a Verne dolencias gástricas y desmayos, además de la parálisis facial y por fin la diabetes, que lo acabará matando. Esta enfermedad le va quitando vista y después también oído pero aún así no pierde el sentido del humor: "Cada vez veo peor, querida hermana. He perdido también un oído; gracias a esto sólo corro el peligro de oír la mitad de las tonterías y de las mezquindades que corren por el mundo. Es una gran consolación."


El contrato con Hetzel le obliga aún a un ritmo de trabajo insoportable en sus condiciones, pero cuando se queja es porque de esa forma no puede trabajar con más reposo y libertad, ensayando nuevas técnicas literarias. A pesar de todo, aún tiene tiempo de escribir varias novelas que permanecerán inéditas hasta su muerte e incluso de presentarse como concejal a las elecciones municipales de Amiens en 1889.


El año de 1886-1887 es fatídico para Verne. Su sobrino favorito, Gastón, sufre un ataque de demencia y le dispara en una pierna, lo que supone una tragedia familiar porque además de la herida, que se complica hasta convertirlo en un inválido, el joven es encerrado en un manicomio. Poco después muere Hetzel, al que Verne quiere como a un padre, y enseguida la madre de Verne. Su hermano Paul, destrozado por la muerte en el manicomio de Gaston, muere diez años después.

Hacia 1880 se ha producido en la literatura de Verne un cambio sustancial, cuando el optimismo de sus primeras novelas, entusiasmadas por el avance de la ciencia, se ve sustituido por el pesimismo científico. Ahora los avances ya no conducen al avance de la Humanidad, sino a su dominación. "Los quinientos millones de la Begum" (1879), "Frente a la Bandera" (1896), "La isla de Hélice" (1895), la póstuma "La extraña aventura de la misión Barsac" (1919) son algunas de sus novelas de esta época.

Julio Verne muere en Amiens el 24 de marzo de 1905. Todavía entonces está trabajando en una novela que llamaría "La invasión del mar" en que las aguas invadirían Europa arrasándolo todo a su paso. Otra novela póstuma, "El eterno Adán", trata de un cataclismo mundial que inunda todo el planeta haciendo que los supervivientes sufran un periodo regresivo, retrocediendo hacia el salvajismo.


Pero ante estas anticipaciones, en el lecho de muerte, Julio Verne se dirige a su familia y el hijo de Hetzel, que le rodean, diciéndoles: "Sed buenos".

CURIOSIDADES

-Julio Verne anticipó el uso de tanques de guerra en su libro "La casa de vapor".

-El submarino en "20.000 leguas de viaje submarino".

-El lanzallamas en "Ante la bandera".

-Los satélites artificiales en "Robur, el dueño del mundo".

-En el resto de sus obras también describió con extremada precisión máquinas e inventos que ahora nos resultan familiares pero que en sus tiempos eran impensables como:
el helicóptero, la tortura por descargas eléctricas, las bombas de fragmentación, el cañón de largo alcance, los misiles teledirigidos, las alambradas electrificadas, el cine sonoro, los rascacielos, la contaminación o la ciudad ecológica.

-Pero en una de sus más sorprendentes novelas de anticipación, "De la Tierra a la Luna", completó una serie de predicciones que se cumplirían muchos años después con increíble precisión.

-Verne sitúa un telescopio de 5 metros de diámetro en las Montañas Rocosas. La ubicación y el diámetro son idénticos a los que tuvo el primer telescopio en Monte Palomar.

-En lugar de elegir a los países promotores de los viajes a las potencias de sus tiempos (Francia e Inglaterra) prefirió a Estados Unidos y Rusia.

-El lugar del lanzamiento de la nave de Verne es Cabo Town, muy cercano a Cabo Cañaveral.

-En el primer viaje experimental de la novela de Verne viajan animales. En la historia real es una perra llamada Laika el primer ser vivo en viajar al espacio.

-La nave de Verne que llega a la luna se llama "Columbiad" y lleva tres hombres. El módulo del Apolo XI se llamó "Columbia" y también llevó 3 hombres.

-La nave de Verne tenía un sistema de refrigeración basado en un circuito cerrado, lleva alimentos concentrados y tiene cohetes secundarios para corregir la trayectoria como las naves modernas.

¿FUE UN PROFETA?

¿Fue un profeta? ¿Tuvo visiones del futuro? ¿O es que sus predicciones se debían a una genialidad extraordinaria? Sea como fuere, Julio Verne sigue asombrando, casi asustando, a los lectores que, en el siglo XX, no dan crédito ante las certeras adivinaciones del autor francés. El viaje a la luna, Internet, el fax... El lo vio todo, pero con más de un siglo de antelación.

En sus novelas describía mundos futuros en los que artilugios impensables para la época hacían que la vida fuera más sencilla para el hombre. Pero él no sólo imaginó, sino que, lo que resulta aún más inquietante, dio en el clavo en casi todas sus profecías. París en el siglo XX es un espeluznante ejemplo de hasta dónde llegó la privilegiada mente de este escritor.

A pesar de que Verne terminó la obra en 1863, su editor, Jules Hetzel, se negó a publicarla porque la consideraba demasiado negativa. Así que la humanidad tuvo que esperar hasta 1994 para leer este auténtico prodigio de la inventiva.

El relato transcurre en París en el año 1963 y el protagonista es un joven intelectual, Michel Jérôme, que malvive en una sociedad mecanizada, que le tacha de inútil por amar la lectura y las lenguas clásicas. No quiero talento, quiero capacidades. Ese es el lema de los que triunfan y Michel no es uno de ellos. Por lo que verdaderamente llama la atención esta obra es por la detallada descripción que se hace en ella de las transformaciones producidas en la capital francesa. Según el autor de Viaje al centro de la Tierra, los parisinos iban de un lado a otro de la ciudad en un ferrocarril metropolitano formado por cuatro círculos concéntricos.

La gran ventaja de este medio de locomoción era que, al no tener locomotora, las casas colindantes no tenían que sufrir ruidos o malos humos.

Al caer la noche, las farolas resplandecían en todas las calles, iluminando las tiendas más suntuosas. Todo esto, claro está, lo imaginó varios años antes de que sucediera. Y ahí no queda la cosa. El hombre que predijo los viajes a la Luna, ideó un planeta cableado por el telégrafo, en el que se podían enviar mensajes y fotografías por fax. Junto a todos estos adelantos beneficiosos también había objetos tan escalofriantes como la silla eléctrica.

En pocas palabras: un genio.

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